EL OTRO DÍA iba en el tren a la universidad, leyendo un periódico que acababa de comprar, cuando en la estación de Nuevos Ministerios subió un chico que se sentó a mi lado. Debía tener unos veinticinco años y parecía extranjero. Enseguida, mi nuevo compañero de viaje se puso a leer mi periódico. No me pareció raro ni me molestó, pues yo también suelo echar un ojo a lo que leen los demás.
El chico parecía muy interesado en la lectura, pues por el rabillo del ojo, yo podía ver cómo se inclinaba cada vez más sobre la misma página que yo estaba leyendo. Al notar su cabeza tan cerca de mí me moví ligeramente, pero él ni se inmutó. Siguió con la vista clavada en mi periódico, como si estuviera bebiéndose la noticia que leíamos a dúo. Estaba claro que aquel tipo no era amigo de disimulos.
Entre sorprendida y divertida al mismo tiempo, terminé el último párrafo y llegó el momento de pasar la página. Esperé algunos segundos más para darle tiempo y cuando me pareció que él también había acabado, cogí el extremo de la hoja y empecé a darle la vuelta. Pero antes de que pudiera terminar, el curioso lector extendió la mano para frenarme y exclamó:
– ¡Espera, espera!
Me quedé estupefacta. Y él, sin darme tiempo a reaccionar y como si fuéramos viejos conocidos, señaló con el índice una palabra del titular y me preguntó:
– ¿Qué significa esto?
Yo no daba crédito a tanta familiaridad: no porque la situación me incomodara (más bien me resultaba cómica), sino por lo inesperado de su comportamiento.
El caso es que su pregunta despertó de inmediato mis hábitos profesionales y se lo expliqué lo mejor que supe. Una sonrisa triunfante le iluminó el rostro:
– Es lo que yo pensaba.
En lo que me quedaba de trayecto me contó que era polaco, que vivía en Vallecas y que hacía tres años que había llegado a Madrid para trabajar. Me explicó que todo el español que sabía (que era mucho) lo había aprendido así:
– Cuando no entiendo algo, siempre pregunto a alguien. Yo siempre pregunto.
Y esa fue mi primera «clase» de aquel día, la más breve y la más improvisada de todas las que recuerdo.
Y tú, ¿tienes alguna anécdota que contarnos? Pues no te cortes. Y si quieres añadir una tira cómica, pásate por aquí.
23 noviembre 2010 at 22:30
sabeis lo que me pasò?aunque no sea un anedocto divertido voy a contarlo: el sabado pasado estuve en un restaurante con mis amigos italianos, llegados aqui para visitarme. Estaba muy feliz de verlos, especialmente mi amiga y la noche antes salimos de fiesta en una discoteca y nos divertimos muchisimo…entonces yo estaba muy cansada, feliz y con la cabeza en las nubes…
Aquel dia me fui a comer con ellos y cuando me sentè en la silla, dejè mi bolso en el suelo…muy cerca de mis pies…me levantè para pedir un agua y…de repente me diè cuenta que el bolso ja no estaba alli!!!!
habia un gitano detras de mi y yo no lo sabia…mis amigos lo vieron pero no pensaron de decirmelo….al fianl, me robaron todo!!!cartera, dos moviles, camera de fotos!!!!por eso mi finde estuve no muy divertido…estaba demasiado enfadada con mi mismo y el lunes por la manana tuve que ir a la embajada para hacer todos mi documentos y manana tengo que ir al consolado….que rojo!!!(espero no sea una palabrota)
22 noviembre 2010 at 23:24
Bueno, tenia 15 años y estaba en auge las conexiones dial-up, modem por aqui, cables por alla… lo cierto es que me llamaron para que conecte una pc a internet, fui a la casa donde se encontraba la pc y la misma estaba a 25 mts de la cajita de la linea telefónica. Tire un cable desde la cajita hasta la pc, pero antes me habia acordado de que me habia olvidado algunas herramientas, en este caso las mas importantes, la pinza y el pela cables. Ante tal inconveniente acudi a utilizar una herramienta rudimentaria «mi boca» para pelar el cable que iria hacia la otra rosetita que tenia que estar junto a la computadora. Bueno, el tema es que por suerte el dueño de la pc no estaba alli y por ende no vio cuando mis dientes pelaban los cables y contento yo, por estar terminando la primera parte cuando me pego una semejante patada de corriente en la lengua, por tal motivo no senti el gusto de la comida por 3 dias!La conexión la completé, configuré el acceso y todo lo demás. Cobré mi trabajo y me fui pensando que jamas voy a cazar los cables con los dientes y jamás voy a dudar que los cables de teléfono tienen corriente.
Estuve pensando en algo lógico. La saliva posee algo asi como sal, o sodio, naturalmente… y ésta es conductora y al poner ese maldito cable en mi boca hizo el efecto que no pense que haria.
20 noviembre 2010 at 21:09
Aquí en Madrid las cosas má raras me pasaron cuando estaba buscando piso. Pues, tras haber buscado cuatro días había decidido donde quería vivir (el sitio menos peor), aunque no fuera como lo que yo esperaba.
Entonces, escribí un correo a la dueña para quedar por la última vez, mirarlo y comunicarle mi decisión. Ella me contestó normalmente y quedamos para el día siguiente sobre las 4.
Luego, el día siguiente fui a su piso, y toqué el timbre, pero no había ninguna respuesta. Decidí intentar llamarla al móvil, pero tampoco me contestño, así que, ya que por acaso alguien había salido del edificio me acerqué y entré. Subí las escaleras y me dirigí a la puerta de su casa para tocar otra vez el timbre. Cuando me abrió una chica que nunca había visto antes, me quedé boca abierta. Le dije: No está María? Y ella, me contestó que no, y empezamos hablar en un español muy malo. Finalmente entendí que ella era francesa y que llevaba viviendo allí sólo desde hace dos días. Ah, por cierto, no era tampoco la otra chica con la cual habría tenido que compartir el piso. Finalmente ella me mostró su habitación y lo entendí todo: era la habitación que yo quería alquilar!
Total, esta maldita dueña había alquilado a otra persona sin decirme nada! Muy triste, me fui al hotel.
El misterio se despejó el día siguiente cuando inserté la otra sim card que tenía en mi móvil y me llegó un mensaje donde estaba escrito que ella no habría podido atenderme (pero sin ninguna referencia al hecho que ella ya había alquilado!).
Total, esta experiencia horrible me ha hecho entender que alquilar un piso en Madrid no es nada facil!
18 noviembre 2010 at 23:12
En septiembre del año 2007 participé en un curso de ruso con algunas amigas mías. Estudiamos ruso durante cuatro semanas. No era muy fácil porque el ruso es un idioma muy difícil y cirílico, tiene una escritura muy diferente.
Dos semanas después del curso viajé por primera vez a Moscú con los participantes del curso. Estaba muy impresionada de Moscú porque es una ciudad muy grande.
Durante esa semana viví con una familia anfitriona.
Luego, un sábado fui al teatro con mis amigas que vivían con otras familias anfitrionas. Sobre las once y media deseaba volver a casa. Entonces subí en el metro. Después de algunos minutos salí del metro. Me perdí. No sabía donde estaba y en que dirección tenía que ir. En ese momento tuve mucho miedo. En una ciudad como Moscú era peligroso para una chica joven como yo, estar sola a esas horas. Luego pregunté a un hombre de unos setenta años por el camino. Era muy amable y al final me ayudó y me llevó a casa.
Desde entonces no voy más sola en metro a esas horas en una ciudad como Moscú.
17 noviembre 2010 at 12:04
¡UNA MUJER ME PEGÓ SIN RACIÓN!
Hace dos semanas iba del camino a casa desde Cantoblanco. Ya era la tarde y no había sol. Estaba andando al lado del corte ingles, saliendo de estación de Nuevos Ministerios. Escuchaba música y estaba relajando me, y de repente y mujer me golpeó sin ración. Ella me pegó bastante fuerte en el hombro y continuó como si nada había pasado. Yo grité “¿Oye, qué pasa?” y algunos tacos que no me acuerdo exactamente ahora. Ella no hizo nada más solo continuó. Había un hombre en un traje de mi lado que dijo “cuando la gente esta de mala leche” y algo más que entendí. Le respondí algo como “¡Si, Joder!”. No vi más que un segundo a la cara de la mujer, y me pareció más o menos normal; es decir como una mujer pija de 45 años o algo y que no estaba loca. Todavía no lo entiendo. Pero el más fuerte es, que no era la primera vez que alguien me pegar en la calle sin ración. En Junio en Valencia un hombre totalmente loco sin hogar me dio una patada sin aviso. Este tampoco entiendo, pero parece menos raro.
17 noviembre 2010 at 11:14
Màs o menos hace un mes y medio, después de una noche de fiesta con mis amigos, volvì a casa y, mientras me estaba preparando para ir a dormir, empiezo a sentir gritos provenientes de la calle. Una mi compañera de piso saliò de su habitaciòn enfadada, pero divertida, porque no podia dormir con tal ruido y me dijo mirar fuera de la ventana. Habia dos mujeres, una por la calle y la otra en una ventana de un piso en frente de mi casa, que estaban peleando gritando. Cerca de la mujer en la calle habia un chico también, quizàs su hombre, qué estaba ententando aquietarla diciendo “Chuli por favor! Vamos!” y de repente ella lo pegò con su bolso! Ajajajaj casi morimos de risa!
Al final, los chico en la calle se fueron y pudimos ir a dormir.
16 noviembre 2010 at 23:35
haha gwen , eso es falso, yo estaba al ciné este dia ^^
Creo que lo más divertido con esta historia fue una semana más tarde,
cuando 2 chicas francesas con quien habiamos hablado este dia ,
te han dicho » el otro dia dos chicas de Rennes , se han ido de curso después de 2minutos porque se habian equivocado de curso »
…
no veo de quien ellas hablaban 🙂
16 noviembre 2010 at 23:20
Me pasó esta anecdota la primera semana de clase, aqui en Madrid. Tuve algunos problemas para elegir asignaturas ( creo que todos tuvimos el mismo problema ) ya que, a veces no podia cursar las asignaturas que queria o otras veces, hubieron demasiados estudiantes erasmus en las clases. Asi que, despues de muchos esfuerzos, elegí un curso que me gustó mucho: Direccion Comercial que trata del marketing. Otro problema que se presentó: encontrar el aula y los horarios correspondientes. Mala suerte, el primer curso empezó la semana anterrior. Asi que para el segundo curso, llegué temprano, charlé con otros alumnos hasta que el profesor llegó en clase. Entonces se dirigó hasta la pizarra y de repente escribó esto : ANALISIS DE LOS COSTES. Madre mia !Horrible! Que odio todo lo relacionado con las cifras.Uff! Me levanté para quitar esta clase lo pronto posible 🙂 Vale, la proxima semana estara la buena ! ( Tengo que precisar algo: no era la unica chica distraida que no sabia leer los numeros de clase ya que Noelle estaba conmigo ^^ )
15 noviembre 2010 at 19:07
http://www.toondoo.com/cartoon/2407715
El fin de semana después de salir en un bar con Kai, esperaba en la estación del metro, sentando en un banco… mis cordones de zapatos estaban abiertos, pues me agaché para atarlos. Escuchaba musica con el reproductor de MP3 y de repente se acabó la musica… y pienso: «Que raro, creía que la bateria estaba lleno antes» , despues veo a 2 personas corriendo y pienso: «Mh, que raro, el proximo tren llegue en 4 minutos, no tienen que correr» y en ese momento, veo mi pierna, porque mi reproductor de mp3 estaba en eso antes: NADA… :D:D se han robado mi repdroductor DURANTE ESTOY ESCUCHANDO LA MÚSICA!!! Normalmente no es possible y estoy en el metro como un idioto con el auricular en mis orejas, pero sin reproductor de MP3!
3 May 2010 at 0:01
Era una tarde maravillosa, como solo la he visto en Roma en el mes de mayo. El calor todavía no era molesto. Cielo azul lapislázuli, fresco viento y el olor de las adelfas de los jardines de mi universidad que subían hasta el despacho de la biblioteca, donde estaba trabajando. Había rematado mis faenas y ya podía salir. Estaba muy cansada pero feliz. Salí para coger el tranvía. Nada habría podido estropear mi buen humor. Era un día maravilloso y sabía que en el otro lado de la ciudad dos ojos negros ya me estaban esperando. Nada habría podido estropear mi buen humor..solo el trafico de Roma.
En el intercambiador de Porta Maggiore el tranvía se paró y nunca volvió a arrancar. Un accidente había paralizado todas las líneas de tranvía y, por el atasco, los autobuses podían ir solo a paso de peatones. Cogí un autobús. El cielo seguía siendo color lapislázuli pero pronto desapareció en el vagón lleno de gente. Casi nos ahogábamos por el ambiente cargado que, por cierto, no olía a adelfas. Después de una hora y media todavía estábamos en la misma calle, solo 500 metros más abajo. Entonces, pegados, asfixiados y con el ensordecedor ruido de las bocinas todo el mundo empezó a ponerse nervioso. Algunos pasajeros solo refunfuñaban, otros, la mayoría, ¡maldecían todo lo que se les ocurría! Yo me puse negra, no conseguía hablar con Francesco y me imaginaba que, harto de esperar, se había ido enfadado.
Cuando solo tenía ganas de llorar, apareció un malabarista que jugueteaba con sus instrumentos en el semáforo. Tenía mi cara casi pegada a la ventanilla y, creo, pudo ver la tristeza y desesperación en mis ojos. Entonces, mirándome, empezó a hacer un espectáculo solo para mí. Hacía el payaso para sacarme una sonrisa. El autobús no podía avanzar por el atasco aunque el semáforo se había puesto en verde varias veces y el chico-payaso seguía hablándome con sus manos, haciendo la mímica de animales, estados del alma y situaciones muy cómicas. Yo hace tiempo que ya me reía mucho. Por fin me enseñó el cielo lapislázuli y, con los gestos, me dijo algo como “ ¡baja y vete andando, no merece la pena estar tan triste, sonríe!” Cuando bajé, ¡me acogió con una gran reverencia, como si fuera una reina! en aquel momento casi me partí de risa. Me regaló una flor roja de papel y me la puso en los cabellos. Yo no le dije nada, contesté solo con una gran sonrisa.
Francesco había escuchado por la radio lo que había pasado y estaba llegando para recogerme con su moto. No tuvo que buscarme mucho porque entre la gente histérica en la calle había solo una chica con una sonrisa en la cara y con una flor roja en los cabellos. Fuimos a comer un helado porque, si hay cielo color lapislázuli como el de Roma en una tarde de mayo, no merece la pena enfadarse por un atasco.
22 abril 2010 at 12:49
No tuve ganas a salir aquella noche, pero había prometido a mi amiga a ir a un bar para tomar unas copas y bailar por un rato. En un bar, aunque intentía a divertirme, estaba de mal humor y esperaba a volver a mi casa. Mientras tomando unas cervezas, quejaba todo el tiempo de la vida, del trabajo, hombres y generalmente de todo.
De repente, un hombre se sintió a mi lado. Aunque era apuesto, no tuve ganas a conocer a nadie. Puse mala cara y me aparté de él. Pero el hombre me sigió.
– ##### (censurado) – dije a mi amiga. – ¡Qué él se vaya! – No tuve ningunas ganas a conocer ni a este tipo, ni a nadie.
Pero el hombre pareció no entender a las señales de mi aversión.
– ¿Tomarías una cerveza? – me preguntó.
– No, gracias. No quiero obligarme a usted – respondí guardando las distancias y me aparté de él otra vez.
El hombre desapareció por un instante, pero volvió con las cervezas. «Vale» pensé resignada. «Tomaré la cerveza, hablaré con él y después me iré a mi casa».
Empezamos a charlar y, sorprendentemente, el varón resultó ser muy inteligente e interesante. Me contó varias anécdotas de Leonardo da Vinci y otras personajes históricas. Más hablamos, más me fascinó su conocimiento de historia y arte…
Después de esta noche empezamos a salir juntos. Creamos muy buena relación. En mayo celebraremos nuestro segundo aniversario 🙂
19 abril 2010 at 13:12
un dia , con mis amigas, vi un vestido magnifico en una tienda.Fui rapidamente decepcionada cuando vi que habia una mancha por el baja del vestido. Era la ultima que se quedaba.Entonces voy a mostrarla al vendedor, esperando que iba hacerme una reduccion. pero al lugar de esto,me dio queno era el jefe y que iba a ponerla en la trastienda hasta que el jefe vuelva, es decir 2 dias! me quede la boca abierta y mis amigas, claro, se ponieron a reir. Lo que es posotivo es que no gasté mi dinero, pero me quedo amargo todavia!